domingo, 14 de enero de 2018

A una década: Matías Catrileo

La biografía histórica de Matías Catrileo nos permite observar la reemergencia indígena a nivel continental, y como el pensamiento político va creando, forjando y constituyendo los elementos de esa identidad. Es difícil disociar en la historia de Matías su lugar de origen, sus escuelas, entornos familiares, amigos e inquietudes personales en una ciudad como Santiago y la comuna de La Florida en especial.

Fernando Pairicán, historiador mapuche, autor de "La biografía de Matías Catrileo". En Aukin

Catrileo nació el 11 de septiembre de 1984, en el seno de una familia de clase media, golpeada por las restricciones económicas derivadas de la implementación del neoliberalismo por la dictadura militar. A diferencia de otras historias mapuche, las raíces de Catrileo estuvieron vinculadas al Valle Central, posiblemente a los sobrevivientes de los pueblos de indios. No existen indicios, a lo menos en la memoria familiar, de un traslado desde el territorio histórico a la capital de Chile. Aquello lo hace interesante para las historias de nuestro pueblo, ya que viene a nutrir otros elementos para complementar la óptica en que la diáspora ha crecido en los paralelismos Wallmapu-Santiago; despojo-periferia de la mapurbidad; y migración-pobreza. La historia de Matías Catrileo cuestiona estos preceptos, para darnos pie a otro elemento que a mí me parece clave: el desarrollo del pensamiento y la rebelión mapuche en Wallmapu en la toma de conciencia política de los mapuche de la diáspora.

La historia de Matías Catrileo cuestiona estos preceptos, para darnos pie a otro elemento que a mí me parece clave: el desarrollo del pensamiento y la rebelión mapuche en Wallmapu en la toma de conciencia política de los mapuche de la diáspora.

Matías podría haber tenido la historia de un “joven chileno”. Todos los elementos materiales de la sociedad de los 90’ se presentaron en el seno de su familia: padres profesionales (ambos egresados de Estadística en la Universidad Católica), y una niñez estable económicamente. No obstante, discernió, optó por comprender su otra identidad: la mapuche. ¿Qué lo llevó a preguntarse, en su adolescencia, por su tuwün y küpalme? Me parece que la respuesta está en la lucha política que a Matías le tocó vivir durante toda su adolescencia en los 90: los ingredientes ideológicos emanados desde Wallmapu por el Aukiñ Wallmapu Ngulam y la CAM. Si bien la segunda acabó por transformarse en su ruka política, por vínculos familiares, Matías pudo conocer, también otro mundo de las ideas políticas a través de su tío Pedro Mariman, fundador de Liwen y luego de Wallmapuwen. El entorno familiar y el movimiental se vinculan en este proceso de construcción identitaria, ya que Catrileo es altamente intelectual, y por lo mismo, ideológico.
Una de las historias que me atrajo de este proceso de conversión identitaria está suscrita al año 2002. Catrileo había abandonado sus estudios en el Liceo Lastarria de Providencia a fines del primer semestre de ese año. Se lee una anotación del libro de clases: “insiste en su mala presentación personal” ello, a consecuencia de su acercamiento al mundo punk, del que Matías se hizo muy cercano. A través de esta contracultura, Catrileo escuchó bandas españolas y vascas, asociándolas, según cuenta uno de sus amigos de ese periodo, al mundo mapuche. Sin embargo, en el mismo libro de clases de cuarto medio otra anotación: “participa en el Censo 2002”, para luego leerse una línea que cruza todo el libro: “retirado”. Lejos de ser una persona “asocial” por ser punk, Catrileo en estas dos anotaciones muestra rasgos de su personalidad política: su interés por la sociedad y su búsqueda de participar en ella para transformarla. No tan solo ello: tener conciencia, como sujeto social de ello. ¿Es viable plantear una despolitización bajo los gobiernos post Pinochet? Pareciera que, para los casos relacionados con el pueblo mapuche, vemos un fenómeno inverso a lo que se ha planteado como una de las características de los 90’: una parte de la sociedad mapuche se politizó durante esta década, al punto de prolongar una construcción de elementos ideológicos para profundizar su proyecto histórico: la autodeterminación.

Matías Catrileo fue inquieto intelectualmente de muy temprana edad. Su docente de básica plantea su facilidad para incorporar en su desarrollo los elementos científicos, en particular las matemáticas, una herencia de sus padres. Pero también existieron elementos de su propia subjetividad, no era extraño verlo leyendo, discutiendo y reflexionando. Gran parte de sus amigos de adolescencia y, posteriormente de militancia, rescatan este ámbito de él. Aquellas búsquedas, hicieron que Catrileo se inscribiera durante ese mismo año 2002 en un curso de mapudungun, ahí, en ese micromundo de resistencia descoloniales, escuchó los debates del activismo, ya que a ese curso asistían miembros de la Agrupación Mapuche Kilapan y Meli Wixan Mapu, así como también interesados otros mapuche en recuperar un elemento clave de la identidad: el mapudungun.

Pareciera que Catrileo no faltó a ninguna clase. Quienes lo recuerdan de esos cursos, ven a un joven punk mapuche, que utilizaba una chaqueta con un kultrung en su espalda dibujado por él mismo. En su cuaderno de clases, meticuloso Catrileo, tiene anotado en los bordes del cuaderno palabras relacionadas con el movimiento, y también bibliografía, posiblemente sugeridas por compañeros o bien, de conversaciones emanadas a partir del curso. El activismo cultural, en una perspectiva descolonial, es clave en cualquier proceso de emancipación. No obstante, un hecho es clave: Alex Lemun es herido en Wallmapu, agoniza y muere el 12 de noviembre del año 2002. Al otro día, los activistas del curso entregan afiches y volantes convocando a la manifestación en repudio, comenzaría desde las faldas del cerro Welen hasta la plazoleta de Los Héroes en Moneda. Catrileo también asistió junto a un grupo de hermanos y hermanas del curso, caminaron por la Alameda y escapó a consecuencia de la represión de la policía chilena. Aquella noche, Catrileo cuando ingresó a su casa, su madre, Mónica Quezada miraba las noticias, no entendía mucho los sucesos en el sur, que trasmitían marchas y actos de sabotajes en repudio a la muerte de Lemun, el “primer mártir de este nuevo proceso”, como dijo José Llanquileo, werken de la CAM en su eluwün. Ella dice que estaba la escoba, “y no sé porque pregunté en voz alta que pasó, no entendía mucho”. Matías se sentó al lado de su madre a mirar las noticias en el sillón, en silencio, meditando y reflexionando. Su madre, desde el tiempo presente, rememora ese momento: “yo creo que eso fue lo que lo marcó… lo que le hizo tomar conciencia de su identidad”. Catrileo había comenzando su proceso de mapuchización.