martes, 23 de enero de 2018

Francisco y su visita al Wajmapu: entre el racismo y la reconciliación

¿Qué ocurrió con la colonización del Wajmapu? ¿Qué responsabilidad tiene la Iglesia en esto? ¿Cuál es la cantidad de territorios usurpados que posee la Iglesia? ¿Cuánt@s niñ@s Mapuche han estado involucrados en abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica? ¿Qué medidas se tomarán para el ejercicio de la justicia y sus debidas reparaciones? Una vez solucionadas estas problemáticas, solo así desde el reconocimiento y la autodeterminación podemos comenzar a hablar de reconciliación en igualdad de condiciones.

Herson Huinca-Piutrin *, en Comunidad de Historia Mapuche

Por segunda vez que un jefe máximo de la Iglesia Católica se hace presente en el Wajmapu, territorio Mapuche. Ya lo había hecho el Papa Juan Pablo II en 1987, en plena dictadura militar, donde en Pampa Ganaderos (hoy Villa Juan Pablo II) saludó al «pueblo Mapuche que cuenta con su lengua, su cultura propia y sus tradiciones peculiare », pero integrándonos a la nación chilena. Lo mismo viene de realizar el papa Francisco I, en su «Misa por el Progreso de los Pueblos» donde recurrió a la retórica del tan manoseado küme mongen (buen vivir) cerrando con una invitación a ser «artesanos de unidad». Lo que me llamó la atención de todo el discurso pronunciado, y que ha sido relevado por los medios de comunicación es que «no se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro». Y es que creo que Francisco y sus asesores, los representantes de la Iglesia a nivel nacional, como también en la región de La Araucanía han tendido a obviar toda una historia de colonización, que no solamente afectó al pueblo Mapuche, sino que también a los pueblos indígenas en el mundo.

Desde diversos frentes, tanto mapuche y chileno, la visita del papa Francisco generó una diversidad de opiniones que fueron desde la consideración máxima hasta la crítica que cuestionaba el accionar de la Iglesia Católica durante los últimos 500 años. En esta visita se olvidó también que aún siguen vigentes una serie de decretos papales, como las bulas papales otorgadas en el siglo XVI, como Dum Diversas (1492), Romanus Pontifex (1455) Inter Caetera (4 de mayo 1493) que legitimaron la ocupación territorial a las monarquías de Castilla y Aragón y Portugal. Cuestiones no menores que se han trabajado y demandado por los pueblos indígenas desde 1993. Aún más, corría el año 2007 y en la 11ª Sesión del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de las Naciones Unidas (cónclave internacional en el seno de Naciones Unidas donde generalmente participa el Vaticano en su condición de Estado) se decidió tratar la « La Doctrina del Descubrimiento: los continuos impactos sobre los Pueblos Indígenas » estableciéndose la responsabilidad de la Santa Sede en la deshumanización y dominación de las naciones indígenas y sus pueblos. También importante ha sido la complicidad y acompañamiento de la Iglesia Católica (a través de las misiones Jesuita, Capuchina, Franciscanos y Anglicanos) a nombre del progreso en el avance de la guerra y colonización del Wajmapu impulsado por los Estados chileno y argentino.

La gran fractura colonial que ha dejado la guerra y colonización del Wajmapu sigue presente en la memoria histórica de un pueblo que se encuentra haciendo frente a lo que no se nos ha quitado e intentar levantarnos. Sin duda que el dolor, la rabia, la frustración y el hacer frente a la discriminación y el racismo son sentimientos y sensaciones que se viven en un territorio donde el colonialismo sigue vigente. ¿Cómo se puede remediar estos sentimientos? ¿Cómo es posible pedir el reconocimiento si ya se nos ha intentado aniquilar tanto física y psicológicamente?
Ahora si hablamos de propuestas y soluciones el movimiento mapuche puede hablar con propiedad. Ya desde 1907, en un momento de derrota y post-guerra, en el füta trawün de Koz Koz se venía ideando propuestas hacia el Estado con el fin de remediar lo sucedido. Ya avanzando en el siglo XX asistimos al surgimiento de una serie de organizaciones mapuche que siguieron la misma línea de trabajo.

Sabemos que la sociedad mapuche y chilena son sociedades marcadas por una fractura que lo cruza fuertemente el racismo y la discriminación. Ejemplo de ello fue la prohibición de que la Machi Francisca Linconao bajo toda la maquinaria policial no tuviera acceso a entregar una carta al papa Francisco. Pensamos que romper con las barreras del racismo, la discriminación y « la no aniquilación del otro » no solo debe plantearse en el aire o en el papel, sino que implica de todas maneras la reconciliación entre dos mundos. Sin duda que las políticas indígenas establecidas hasta el día de hoy no han saldado la deuda histórica. Tampoco la Iglesia Católica ha planteado comenzar un proceso de devolución de tierras que les pertenecen de forma ilícita, ejemplo de ellos existen en muchos lugares a lo largo del Wajmapu.

En definitiva la visita de Francisco en Wajmapu y su mensaje no podrá ver la luz hasta que el Estado chileno, la Iglesia Católica y la sociedad chilena autoevaluen su accionar con el fin de generar las condiciones para el establecimiento de la verdad: ¿qué ocurrió con la colonización del Wajmapu? ¿Qué responsabilidad tiene la Iglesia en esto? ¿Cuál es la cantidad de territorios usurpados que posee la Iglesia? ¿Cuánto niños Mapuche han estado involucrados en abusos sexuales por parte de miembros de la Iglesia Católica? ¿Qué medidas se tomaran para el ejercicio de la justicia y sus debidas reparaciones? Una vez solucionadas estas problemáticas, solo así desde el reconocimiento y la autodeterminación podemos comenzar a hablar de reconciliación en igualdad de condiciones. Por lo tanto insisto en la idea de desmantelar lo que se quiere tapar con la alfombra en un contexto de relaciones coloniales.

*Herson Huinca-Piutrin, miembro de la Comunidad de Historia Mapuche y de “The Long March to Rome” para la Abolición de la Doctrina del Descubrimiento y las Bulas Papales. Doctorante en Antropología Social, en París-Francia.